Alias Fernando Pessoa
Tendemos a considerar no sólo que Fernando Pessoa (1888-1935) es uno de los grandes poetas del siglo XX y no sólo luso, sino que ya sabemos casi todo de su intrincada personalidad –temió estar loco– y que hemos leído bien no sólo al ortónimo Pessoa, sino a los más famosos heterónimos Caeiro, Reis y Campos. Hemos leído el Libro del desasosiego de otro diz que heterónimo, Bernardo Soares y, por descontado, sabemos que Pessoa en portugués significa «persona» y que en latín persona es «máscara».
Ya, pues el especialista JerónimoPizarro en el espléndido, magistral libro que es Alias Pessoa (Pre-Textos) nos viene a recordar que con lo dicho sólo sabemos la mitad porque Pessoa fue un universo –aunque no todos sus innúmeros proyectos se concluyeran– y que sus famosos baúles (donde guardaba en sobres cuanto escribía) aún están en buena parte por vaciar y estudiar, con lo que aún nos aguardan muchas sorpresas Pessoa. «Alias» vale en latín «por otro nombre». Esto es, «Alias Fernando Pessoa» aclara que hay muchos Pessoas…
Jerónimo Pizarro ha hecho un libro de pura filología, pero acaso milagrosamente este libro, casi novela, nos dice que la primera edición del Libro del desasosiego no es muy buena (temo que es la que tradujo el benemérito Ángel Crespo) porque en ella hay muchos fragmentos que pertenecían a otros proyectos pessoanos –y hasta nos muestra las fotos con la difícil caligrafía–, nos recuerda que Pessoa escribió en inglés y en francés (sobre todo en inglés) y que buena parte de su poesía inglesa –metida en los baúles– aún es inédita, y habla de más de 100 poemas. Nos recuerda que Pessoa tuvo heterónimos y preheterónimos como el inglés Alexander Search, y aún que Bernardo Soares es un semiheterónimo, porque no llega a diferenciarse por entero del Pessoa ortónimo, y con ágil maestría nos deslinda el significado de todos estos términos.
Pero va más lejos: gracias a un recorte de prensa que Pessoa guardó, sabemos que estaba al tanto de los complementarios de Antonio Machado y nos hace ver la diferencia entre Abel Martín y Juan de Mairena con Alberto Caeiro o Álvaro de Campos. Y no acaba aquí (siempre con mucho entretenido pormenor erudito), pues al hablarnos de la nutrida biblioteca en inglés de Pessoa nos recuerda que tenía las no muy fieles pero hermosas traducciones al inglés de las Rubayatas de Omar Khayyám que hizo en el siglo XIX Edward Fitzgerald, y así sabemos que Pessoa tradujo algunas al portugués, proyectó un libro sobre Khayyám –uno de sus poetas favoritos– y hasta hizo unas cuantas rubayatas o cuartetas persas en portugués. Casi todo ese rico y curioso material permanece inédito.
Conocemos las aficiones ocultistas de Pessoa (algo sabíamos de Aleister Crowley) y vemos como las aplicaba a los personajes de su drama. Me quedo corto. Pessoa es un múltiple, muy poblado y muy rico universo –incluso hizo relatos políticos en sus Fábulas para las naciones jóvenes– y hasta habló de lengua y de gramática: «El lenguaje se hizo para que nos sirvamos de él, no para que le sirvamos». En suma: libro-joya. Aún falta medio Pessoa.
Buena parte de la poesía inglesa de Pessoa, más de 100 poemas, es inédita